Claudia Barrionuevo
GENERACION 1977
La obra de teatro de Claudia Barrionuevo, «No Matarás», estába en cartelera del Teatro Espressivo hasta el 22 de septiembre de 2019. Dramaturga, directora de teatro, guionista de cine y televisión, y columnista de opinión (más de 500 columnas semanales publicadas entre 2004 y 2016 en el periódico La República), Claudia Barrionuevo es de la generación de 1977. Nacida en Buenos Aires, relata su llegada al Franco en Sexto grado, el año en que salió la primera promoción del liceo. Su familia venía de Colombia: «Después del Liceo francés de Bogotá, enorme y estricto, llegué a la Casa de los Leones, tan pequeña que las clases tenían lugar por turnos para tener acceso a las aulas. Después, en el liceo, ahora instalado en Concepción, elegí Ciencias para seguir a mis amigos, a pesar de que me aconsejaron la sección literaria. Hice una Terminale científica, pero desde entonces yo ya pensaba solo en el teatro».
Claudia habla de su ingreso a la universidad a los 19 años: «Francia era el sueño de mis padres, todavía recuerdo sus discos de Piaf y de Trenet. Cuando me encontré sola en París, fue bastante complicado. Ciertamente estudié teatro en la Sorbonne, pero fue una formación esencialmente teórica». Cuando se dio cuenta de que estaba aburrida, después de dos años, Claudia regresó a Costa Rica, validó sus equivalencias, terminó la carrera y estudió por fin dirección teatral.
Claudia estima haber recibido una buena formación en el Franco: «La forma de pensar francesa, con cierto nivel de exigencia y orden, nunca me ha abandonado: soy muy sistemática en mi trabajo. La adquisición de esta mecánica intelectual ha sido de una gran ayuda en el ejercicio de mi profesión». Claudia conserva de sus estudios en el Franco el recuerdo de profesores «de muy buen nivel» y que «fumaban en clase». Este ambiente serio pero bohemio, en la continuidad de la educación liberal recibida de sus padres, le correspondía: «la mezcla social del liceo fue importante para mí. Existía una cierta homogeneidad ideológica. Hablábamos de todo. Un docente era homosexual, era normal. Se trataba de una apertura que mis hermanos y hermanas, que no estudiaron en el Franco, no conocieron en la Costa Rica de aquella época. Esta conciencia humanista de izquierdas contribuyó decisivamente en mi formación».